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El Padrino y los espaguetis de Clemenza


Quién sabe si algún día tendrás que cocinar para 20”. Con estas sabias palabras de Peter Clemenza en El Padrino, nos quedó claro a todo el mundo que los mafiosos son de buen comer. De buen comer y de mucho comer.


La película tiene momentos inolvidables e icónicos relacionados con la comida: el banquete de boda inicial, los cannoli, la lustrosa naranja final, el restaurante donde Michael cambia de vida, los cannoli, la tienda Abbandando, la empresa de aceite, y los cannoli…


Pero mi favorito es, sin duda, cuando Clemenza enseña a Michael a hacer salsa para espaguetis. Más aún teniendo en cuenta que el mismísimo Padrino, Don Vito, acaba de ser tiroteado por sicarios de los Tattaglia y esta comida es el preámbulo de una venganza y una guerra sin cuartel por las calles de Nueva York. Y qué mejor para templar los ánimos y mantener la cabeza fría que tener el estómago caliente.


Mira, empiezas con un poco de aceite. Después fríes algo de ajo. Luego echas tomates, pasta de tomate y lo cocinas todo, asegúrate de que no se pega. Dejas que hierva, añades tus salchichas y tus albóndigas, ¿eh? Y un poco de vino. Y un poco de azúcar, ése es mi truco”. Tan fácil para el bueno de Clemenza como liquidar a un par de miembros de una familia rival.


Nada puede estar mal en esta receta: pasta, carne, tomate y vino.



En una entrevista en 1973 Coppola contaba que incluyó esta receta (que no aparece en la novela original de Mario Puzzo) de manera resumida en el guión para que si la película fracasaba, al menos quien la viera aprendiera a hacer unos espaguetis decentes.


Es una receta puramente italoamericana, alejada de cualquier receta similar italiana. Su seña de identidad: carne. Mucha carne. Muchas albóndigas. Muchas salchichas. Y es que los emigrantes italianos que llegaron a Estados Unidos a principios del Siglo XX tenían carne mucho más asequible que en Italia y por eso se hizo tan popular esta receta.


Y es que para los italianos la pasta con tomate y albóndigas es más que un simple plato: es una ceremonia, es una seña de identidad. De hecho el único gran personaje de la saga de El Padrino que no es italiano, el irlandés de origen Tom Hagen, consiguiere de la familia Corleone, tuvo su primer encuentro con la gastronomía italiana en casa de Don Vito cuando era niño dando buena cuenta de un generoso plato de espaguetis con salsa de tomate.


La familia, la tradición, el honor. Son las señas de identidad de esta película. Como también lo es la comida y los espaguetis de Clemenza. Que quedan ya para la historia dentro del imaginario visual de El Padrino, una obra maestra del cine.



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